Evidencia científica de que el ser humano es Luz


Durante los años ochenta, el Dr. Peter Gariaev hizo famoso un experimento de gran significado para todos nosotros. Su resultado se conoce como el “Efecto Fantasma del ADN”.
Dicho experimento consistió en colocar una muestra de ADN en un contenedor de cuarzo. Después aplicó un rayo láser a las moléculas de ADN y las observó con un equipo capaz de percibir hasta un solo fotón (es decir, una partícula de luz).
Gariaev descubrió que el ADN absorbía la luz con muchísima rapidez. El ADN actuó como una especie de esponja y los fotones se almacenaron en el ADN con su misma forma de espiral.
El experimento adquirió su nombre de “Efecto Fantasma” porque una vez que Gariaev retiró las moléculas de ADN, los fotones permanecieron en el mismo lugar, conservando la misma forma en espiral hasta por un periodo de 30 días. Gariaev y su equipo intentaron hacer desaparecer las partículas de luz de varias formas, pero no lo lograron. 
Las implicaciones de este resultado son tremendas, pero únicamente para efectos de este artículo, nos vamos a concentrar en una que cambió la manera en que vemos al Ser Humano: Si todo nuestro cuerpo tiene ADN, entonces todo nuestro cuerpo es un almacén de luz. A su vez, esto nos lleva a preguntarnos ¿Cómo lo podemos hacer para acumular y almacenar mejor dicha luz? 
Asimismo, en su libro “El Campo”, Lynne McTaggart nos habla de Fritz Albert Popp, un científico de la Universidad de Marburg en Alemania durante los años setenta.
Popp estaba muy entusiasmado con la idea de saber si el Ser Humano puede almacenar y liberar luz, así que desafió a un alumno llamado Bernard Ruth a probar lo contrario (Ruth estaba convencido de que no era así).
Ruth se inventó un equipo sumamente sofisticado –incluso a día de hoy-, y empezaron a trabajar con semillas de pepino. Gran sorpresa que se llevó el muchacho al descubrir que las semillas estaban emitiendo fotones.
Ruth pensó que tal vez las semillas de pepino emanaban luz gracias a la clorofila, por lo que hicieron el mismo experimento con patatas, las cuales no tienen clorofila y no experimentan una fotosíntesis, pero descubrieron que las patatas emitían todavía más luz que las semillas de pepino.
Esto llevó a Popp y Ruth a experimentar con todo tipo de animales, plantas y seres humanos, y descubrieron que todos los seres vivos emiten constantemente luz; sin embargo, los animales y las plantas emiten por lo menos diez veces más luz que el Ser Humano.
Más interesante aún fue descubrir que cuando una persona experimenta mucho estrés, su cuerpo pierde demasiada luz (más de lo normal). Esto se relaciona con el hecho comprobado de que cuando una persona vive demasiada tensión su cuerpo pierde defensas y puede enfermar más fácilmente.
Asimismo, estudios indican que los organismos vivos como los vegetales crudos tienen bastante más luz que un pedazo de carne o un vegetal frito o sometido a un proceso de cocción.
Cuando una persona medita, está en contacto con la naturaleza o experimenta emociones positivas, su cuerpo absorbe activamente y de forma natural los fotones que existen a su alrededor.
En otras palabras, un estilo de vida saludable, de conexión con la naturaleza y tu parte espiritual, le permite al ADN de tus células alimentarse mejor de la energía natural que existe en el entorno.

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