Emociones y actitudes alojadas en la espalda y la columna vertebral
DOLOR DE ESPALDA
BLOQUEO FÍSICO: Cuando hablamos de dolor de espalda nos referimos principalmente
a la columna vertebral.
BLOQUEO EMOCIONAL: La persona a la que le duele la parte BAJA de la espalda, es decir, la región del sacro, es aquella para
quien la libertad es sagrada, y teme perder su libertad de movimientos cuando
los demás necesitan su ayuda. Con frecuencia es una persona que teme por su
supervivencia. Sentir dolor de la quinta lumbar a la undécima dorsal (de la
parte baja de la espalda hasta la cintura) está relacionado con el miedo a la
escasez y con la inseguridad material.
De hecho, como la espalda es el
sostén del cuerpo humano, cualquier dolor en ella se relaciona con no sentirse
bien sostenido. La parte baja se asocia con el área del "tener". Por
ejemplo: tener bienes materiales, dinero, un cónyuge, una casa, hijos, un buen
oficio, títulos, etc. El dolor en este lugar significa que la persona necesita
tener para sentirse apoyada, pero no se atreve a reconocerlo o admitirlo ante
los demás. Lo lleva todo sobre su espalda, porque quiere hacerlo todo ella
misma. Es muy activa en el terreno físico, puesto que su miedo a la escasez se
manifiesta sobre todo en el nivel material, que para ella representa un buen
apoyo. Por otro lado, tiene problemas para pedir ayuda a los demás, y cuando
por fin se decide a pedirla y no la recibe, se siente todavía más inmovilizada
y su dolor de espalda empeora.
La persona con dolor en la parte ALTA de la espalda, es decir, de la décima dorsal hasta las
cervicales (de la cintura hasta el cuello), sufre de inseguridad afectiva. Es
una persona para quien el "hacer" es muy importante, porque eso es lo
que le da seguridad. Cuando alguien hace algo por ella se siente querida. Por otra
parte, manifiesta su amor por los demás haciendo cosas para ellos.
Del mismo modo, la espalda puede
dolerle lo suficiente como para proporcionarle una excusa para no hacerlo todo,
porque teme que si hace demasiado, ya no la ayudarán. Espera mucho de los
demás, y cuando sus expectativas no se cumplen, tiene la impresión de soportar
una gran carga. Como le cuesta trabajo "hacer" sus demandas, cuando
lo logra se siente inmovilizada si el otro no responde a ellas. Entonces el
dolor empeora. Este dolor puede también presentarse en una persona que se
siente demasiado vigilada en lo que hace.
BLOQUEO MENTAL: Si te duele la parte BAJA de la espalda, la región del sacro, en
lugar de creer que vas a perder tu libertad ayudando a alguien, toma más conciencia
de tus límites; exprésalos a la persona adecuada y actúa en consecuencia.
Recuerda que si quieres cosechar ayuda debes haberla sembrado antes. Es posible
que en el pasado hayas vivido la experiencia de sentir que se aprovechaban de
ti, pero este miedo a revivir esa misma experiencia te impide dar, lo cual te
ayudaría a recibir más. Si temes por tu supervivencia, date cuenta de que es
sólo tu parte afectiva dependiente la que cree que no puedes sobrevivir solo.
Tienes todo lo necesario para lograrlo. En lo que respecta al dolor en la parte
baja de la espalda y la cintura, tiene que ver con aceptar que tienes derecho a
querer "tener" bienes materiales o a alguien para sentirte seguro y
apoyado. Así podrás disfrutarlo más. Aun cuando en lo más profundo de ti creas
que no está bien querer demasiado lo material, deberás comenzar por darte el
derecho de tenerlo para que después puedas ser capaz de sentirte sostenido sin
todos esos "haberes". En lugar de creer que nadie se ocupa de ti, te
sugiero que comiences a hacer más demandas. No obstante, ten en cuenta que no
porque pidas algo los demás deben dártelo. Es posible que algunas personas con
menor necesidad de "tener" no comprendan tus necesidades. Si te concedes
el derecho de tener esas necesidades, te será más fácil explicarlas.
Para el dolor de la parte ALTA de la
espalda, de la cintura al cuello, necesitas dejar de creer que debes hacer todo
para asegurar el bienestar de los que te rodean. Siempre serás del tipo de
persona a quien le gusta hacer cosas para los demás, pero debes cambiar tu
motivación. Cuando quieras hacer algo por alguien a quien quieres, hazlo con
amor, no por complacer. No tienes obligación de ser el sostén afectivo de todo
el mundo. Además, acepta la idea de que los demás no piensen como tú, ni que
deban hacer todo para hacerte feliz. Pueden quererte aunque no hagan cosas para
ti o no respondan a tus expectativas. Por lo tanto, deberás aprender a pedir,
diciéndoles qué necesitas que hagan para sentirte querido y un día, cuando tú
te quieras lo suficiente, ya no tendrás más necesidad de ello.
DOLORES EN LA PARTE SUPERIOR DE LA ESPALDA (7 vértebras cervicales)
La parte superior de la espalda
corresponde a la región del corazón y al centro energético cardíaco. Los
dolores de espalda se refieren a las primeras fases de la concepción, a las
necesidades de base y a la estructura más fundamental del ser. Las 7 vértebras
cervicales están particularmente referidas en este sector. Las vértebras
cervicales se refieren a la comunicación y a mi grado de apertura frente a la
vida. Mi ingenuidad puede hacerme vulnerable a este nivel. Si tengo la
sensación que se me quiere juzgar, criticarme o herirme, podré estar afectado en
este plano y tendré tendencia a encerrarme como una ostra. Las cervicales C1, C2, y C3 están particularmente afectadas si me
desvalorizo al nivel de mis capacidades intelectuales y las cervicales
inferiores reaccionarán ante esta injusticia, pudiendo tener la sensación de
aborrecimiento hacia mi vida.
Cada vértebra me da información
adicional sobre la fuente de mi malestar.
C1 =
la primera vértebra cervical que se llama ATLAS y que lleva el número C1, sirve
de soporte a la cabeza. Es un pilar que mantiene la cabeza en equilibrio. Si me
preocupo demasiado (me rompo la cabeza) frente a una situación o a una persona,
mi cabeza se hace más pesada hasta darme dolores de cabeza y C1 podrá tener
dificultad en soportar la carga. Si manifiesto estrechez mental, si rehúso
mirar todas las facetas de una situación, si soy rígido en mi modo de pensar,
C1 reaccionará dejando sus actividades, dejando de poder pivotar. Estará
paralizada por mi miedo, mi desesperación frente a la vida, mi negatividad, mi
dificultad en expresar mis emociones. Un mal estado de C1 se acompaña
generalmente de dolores que afectan la cabeza, el cerebro y el sistema
nervioso, etc. Debo aprender a escuchar mi interior, a mantener mi mente
abierta, a atraer más calma en mi vida para disminuir mi actividad cerebral,
permitiéndome así ver la realidad bajo un día nuevo, con más confianza.
C2 =
La segunda vértebra cervical trabaja en estrecha colaboración con C1. Se llama
AXIS. Es el pivote que permite a C1 moverse. C2 está conectada con los principales
órganos de los sentidos, es decir los ojos, la nariz, las orejas, la boca (lengua).
Por esto estarán afectados éstos cuando C2 tenga un malestar. Si soy rígido en
mi modo de percibir la vida, si rehúso soltar mis viejas ideas para dejar sitio
a lo nuevo, si me preocupo siempre por el día siguiente, C2 corre el gran riesgo
de volverse también rígida. Frecuentemente, mis lágrimas son secas porque
reprimo mis emociones y mis penas, mis decepciones, mis pesares quedan hundidos
dentro de mí. Si mis lágrimas de pena o de alegría son carentes, C1 no se
articulará sobre C2 tan fácilmente. Habrá irritación, fricción, igual que en mi
vida cotidiana. Esto se produce particularmente en el caso de la depresión, de
una emotividad excesiva (si por ejemplo, hay un conflicto familiar), de ira, de
contienda y todo esto siendo generalmente causado por el miedo de ir hacia
delante, de cambiar, de tomar responsabilidades; del enjuiciamiento de los
demás y de sí mismo, por una baja autoestima que puede llevar a un deseo de
autodestrucción (suicidio). Debo aprender a conectar con mis emociones y
asumirlas, a ponerme en mi lugar expresando lo que vivo para que el flujo de
energía empiece a circular en mi cuerpo y que C2 pueda volver a funcionar en
armonía con C1 y que todo fluya de nuevo.
C3 =
la Tercera vértebra cervical C3 es una eterna solitaria. A causa de su posición,
no puede contar con nadie o trabajar en cooperación con otras vértebras. Si mi
C3 no se encuentra bien, yo también puedo tener la sensación de que debo espabilarme
solo. También puedo replegarme sobre mí mismo, vivir “en mi burbuja” y evitar
toda forma de comunicación (tanto oral como sexual) con mi entorno. “¿Para qué
perder mi tiempo? De todos modos, nunca se me hace caso y nunca se entienden
mis ideas o mis estados de ánimo”. Entonces se produce la rebelión, el
desánimo, porque mi sensibilidad está afectada en lo más hondo de mí. Incluso
puede apoderarse de mí la angustia. El desgaste del tiempo hace su labor y mis
sueños y mis deseos más queridos se desvanecen poco a poco. Me vuelvo irritable
o amargo con una persona o una situación que no consigo digerir. La soledad
puede ser benéfica para recuperarme, hacer balance, ver claro en mi vida, como
puede ser un medio de huir de mis emociones, la realidad hacía la cual vivo
mucha incomprensión. La elección me incumbe. Tomo nota que una dolencia en C3
puede conllevar daños en mi rostro (piel, huesos o nervios) así como en las
orejas y los dientes.
C4, C5, C6 = las vértebras cuarta, quinta y sexta cervicales C4, C5, C6 se
ubican al nivel de la tiroides y están en estrecha
relación con ésta. Ésta juega un papel mayor en el lenguaje, la voz, (cuerdas
vocales) y cualquier desarmonía en lo que a comunicación se refiere, tanto
cuando me expreso yo como cuando otras personas me comunican, hará que
reaccionen C4, C5 y C6. Puede que me haya ofuscado con lo que haya oído,
causando indignación e ira. C4, C5 y C6 reaccionan aún más fuertes si además no
expreso mis opiniones, mis frustraciones. Mi porcentaje de agresividad corre el
riesgo de incrementarse, lo cual cierra los canales de comunicación al nivel de
estas 3 vértebras cervicales. No trago lo que se me presenta. Tengo tendencia a
rumiar ciertos acontecimientos por un largo período de tiempo. Frecuentemente
aparecen dolencias y dolores que afectan todo mi sistema de comunicación
verbal: boca, lengua, cuerdas vocales, faringe, etc. y todas las partes de mi
cuerpo que se sitúan entre el nivel de mi boca y de mis hombros pueden estar
afectadas. Acepto que cada experiencia es una oportunidad de crecer y que hay
una lección por sacar de todo. Debo dejar fluir en vez de obstinarme y de estar
enfadado con la vida. Si no, mi cabeza se pone a “hervir” y me siento sobrecargado
por todas las tareas a realizar y que me parece no poder llegar a realizar.
Necesito expresarme, o bien por la palabra, la escritura, la música, la pintura,
o cualquier otra forma de expresión que me permitirá “volverme a conectar” con
mi creatividad y mi belleza interior. Todos mis sentidos entonces estarán
estimulados, activados, lo cual activará mi tiroides
y
permitirá que C4, C5 y C6 funcionen normalmente. Los dolores sentidos en esta
región podrán así desaparecer.
C7,
la última vértebra cervical C7 está influenciada altamente por todo mi lado moral,
mis creencias y mi lado espiritual también. Si vivo en armonía con las leyes de
la naturaleza, si escucho los mensajes que mi cuerpo me manda y la vida en
general, C7 va a funcionar mejor. Al contrario, si vivo ira, si estoy cerrado a
las opiniones y a los modos de ver de las personas con quienes me relaciono, si
me elevo y me enfrento con otras ideologías diferentes de la mía sin una mente
abierta, C7 reaccionará fuertemente y podrá afectar mis manos, codos y brazos
que podrán inflamarse o tener dificultades en moverse. El funcionamiento de mi
tiroides estará afectado. Del mismo modo, remordimientos de consciencia con
relación a una palabra dicha, un acto hecho o un pensamiento mandado hacía una
persona también van a afectar C7. Si vivo emociones intensas en mi vida, si
estoy decepcionado, si tengo miedo de ser rechazado, si me escondo debajo de mi
concha para evitar ser herido “otra vez”, C7 podrá estar afectada. Debo
aprender a discernir lo que es bueno para mí y lo que no lo es. Debo respetar
los puntos de vista de cada persona incluso si son diferentes de los míos.
Abriendo mis brazos a los demás es cómo voy a aprender mejor y podré realizar
mejor las elecciones que me permitirán sentirme más libre.
DOLOR EN LA PARTE CENTRAL DE LA ESPALDA (12 vértebras dorsales)
La parte central de la espalda
representa la gran región torácica del cuerpo comprendida entre el corazón y
las vértebras lumbares. Es una región de culpabilidad emocional y afectiva. Las
12 vértebras dorsales se relacionan principalmente con esta región.
D1 =
la primera vértebra dorsal D1 puede reaccionar fuertemente cuando excedo mis
límites, bien sea en mi trabajo, en el deporte, con la familia, en suma, en todas
las situaciones en que voy hasta el final de mis fuerzas mentales, físicas o emocionales.
Me construyo medios de
autoprotección para protegerme de mi entorno y evitar ser herido. Esto puede
manifestarse sobre todo en mis gestos o en mis palabras: por ejemplo, tiendo a
apartar a los demás por mi frialdad o por palabras hirientes. Esto puede
incluso manifestarse por un incremento de peso importante, siendo éste mi
protección natural y física, porque quiero inconscientemente “ocupar más espacio”
y dejar menos a los demás. También esto puede esconder timidez actual y con la
cual tengo dificultad para transigir. Se pondrá aún más en evidencia si temo
perder el amor de la gente. Debo vigilar y evitar acurrucarme sobre mí mismo
rumiando negatividad constantemente, sosteniéndome siempre en las mismas ideas
y frustraciones. Un mal estado de D1 puede traer dolencias en cualquier parte
de mi cuerpo situada entre mis codos y la punta de mis dedos así como
dificultades respiratorias (tos, asma,
etc.)
D2 =
la segunda vértebra dorsal D2 reaccionará fácilmente cuando mi emotividad esté
afectada. Si acumulo y ahogo mis emociones, entonces D2 me mandará un mensaje y
aparecerá el “dolor de espalda”. Si tengo la sensación de que no tengo mi lugar
en la vida y en la sociedad, que la vida es “injusta” y que me siento víctima
de los acontecimientos, D2 estará afectada. Puedo ser particularmente sensible
a todo lo que toca a mi familia, y vivo situaciones de conflicto o desarmonía
de un modo intenso. Puedo haber almacenado viejos rencores. También puedo
remover constantemente experiencias pasadas, recuerdos, queriendo fijar mi
realidad en acontecimientos pasados en vez de mirar el porvenir con confianza y
viviendo intensamente el momento presente. Puedo contemplar una nueva situación
que me trae un miedo a lo desconocido. ¿Voy a tener demasiadas
responsabilidades? ¿Voy a estar sostenido o deberé espabilarme solo? ¿Cómo va a
reaccionar la gente a mi alrededor? Si dudo de mí, de mis capacidades, podré
reaccionar jugando el papel de los “duros de roer” volviéndome muy autoritario;
tendré así la sensación de controlar la situación, sabiendo muy bien que
tiemblo de miedo, llegando incluso hasta a tener angustia. También puedo
volverme irritable frente a una persona o un suceso y reacciono por saltos de
humor. Una D2 en mal estado suele estar acompañada de malestar y dolores en el
corazón y los órganos que se vinculan a ellos, así como a los pulmones. Aprendo
a pedir y a tener confianza en mi capacidad de aceptar nuevos retos. Suelto mi
pasado y
miro hacia el futuro sabiendo que
ahora soy capaz de tomar mi lugar en armonía con mi entorno.
D3 =
la tercera vértebra dorsal D3 está esencialmente relacionada con los pulmones y
el pecho. Todo lo que puedo percibir a
través de mis sentidos y que no me conviene del todo hará reaccionar D3. Ya que
soy muy sensible a mi entorno, me he confeccionado un sistema con el cual sé lo
que está bien y lo que está mal, lo que es aceptable o no. Puedo ser rígido en mi
modo de pensar o ver las cosas. Tengo tendencia a juzgar cualquier persona o
situación que no entre en mi definición de “correcto”. Puedo reaccionar fuertemente
frente a lo que considero que es una “injusticia”. Incluso puedo volverme
colérico, incluso violento mientras no esté de acuerdo con lo que veo, percibo
u oigo. También puedo construirme un “escenario” en mi cabeza, disfrazando la
realidad, frecuentemente a causa de mi miedo a ver la realidad de frente y
también porque la realidad que me rodea me deprime. Entonces, tengo menos gusto
por vivir, ya no me siento seguro. Puede invadirme la tristeza. Ya no tengo el
gusto de luchar. La depresión se va apoderando de mí progresivamente, y querré
separarme de este mundo que sólo me trae pena, frustración y ansiedad. Debo aprender
a ver la vida bajo un nuevo día. Aceptar que no pueda vivir en un mundo
perfecto pero que cualquier situación es perfecta, porque cada situación me
permite aprender una nueva lección.
D4 =
la cuarta vértebra dorsal D4 hace referencia a los placeres, a los deseos, a
las tentaciones frecuentemente insatisfechas. A veces mis esperas son desmesuradas,
carecen incluso de realismo y me vuelvo irritable, colérico porque “mis deseos”
no se realizan. Estoy enfadado con la vida, con mi entorno. En el fondo de mí siento
un vacío tan grande, generalmente afectivo, que tengo tendencias depresivas y
el único modo que conozco para equilibrar este estado será crear un estado de excitación
para atraer algo “intenso” a mi vida, bien sea naturalmente o artificialmente. Puedo
practicar deportes de emociones fuertes (paracaidismo, alpinismo, etc.) o puedo
tomar drogas para ponerme en un estado de éxtasis y de bienestar temporal. Me
refugio así en un mundo imaginario, protegido de todos. Sin embargo, no estoy
al amparo de las emociones que he inhibido y de las cuales he intentado
escapar. En apariencia puedo ser muy libre, pero en realidad, estoy encarcelado
en mi ira, mis penas, mis frustraciones, y por mi miedo a estar asfixiado por
el amor de los demás, porque nunca supe reconocerlo y aceptarlo. Entonces,
tengo tendencia a rechazar a los demás. Me opongo, me mantengo distante y
alimento este alejamiento con mi mal humor, mi actitud depresiva. Es importante
que reconozca y acepte mis emociones para poder integrarlas y permitirme vivir plenamente
mi vida. Cuando D4 está afectada, también puede seguir una dificultad con la
vesícula biliar.
D5 =
la quinta vértebra dorsal D5 está afectada cuando me vuelvo a encontrar en una
situación en la que tengo la sensación de perder el control. Me siento entonces
desestabilizado. Incluso puedo hallarme en un estado de pánico. Esto se produce
en particular en el plano afectivo con relación a mi cónyuge, un miembro de mi
familia, un amigo cercano, etc. Este control se esconde a veces bajo una
apariencia de “querer ayudar a alguien”, “guiarlo”, “ayudarle en sus dificultades”,
pero en el fondo de mí, ejerzo un control hacia esta persona, estando en
posición de “fuerza” incluso inconscientemente. Si las cosas no suceden como lo
deseo, puedo volverme frustrado, crítico, impaciente e incluso colérico, y D5
reaccionará violentamente. Quiero dar una imagen de “duro de roer” que tiene la
“espalda ancha” y que “es capaz de cargar” con todo. Pero, en el fondo, sé que
me cargo demasiado los hombros, lo cual me lleva a estar inseguro, angustiado,
en rebelión contra mi entorno, al que hago responsable de mi malestar. Tengo
grandes ambiciones, lo cual me hace a veces apartarme de mis valores profundos
y actuar en contradicción con éstos. Entonces, me abro a relaciones
artificiales con la gente, viviendo decepción tras decepción, porque el amor
verdadero, sencillo, no está bastante presente. Es importante que escuche mi
interior, que tome contacto con mi esencia, con mis verdaderos valores para que
vuelva la calma en mi vida y que vea claro los acontecimientos, desarrollándome
y siendo capaz de vivir el amor verdadero. Se debe observar que el mal estado
de D5 frecuentemente está acompañado de diversos malestares afectando mi hígado
y mi circulación sanguínea.
D6 =
la sexta vértebra dorsal D6, va a reaccionar cuando me critico y que me juzgo
severamente. Puedo haber sido educado en un entorno muy estricto en el cual los
valores y las líneas de conducta debían seguirse al pie de la letra. Habiendo
crecido en este clima autoritario y no permisivo, ahora puedo tener “episodios
de consciencia” en los cuales quisiera darme gusto, tener tiempo para mí pero
juzgo que esto no es “correcto” y “que no me lo merezco”. Me creo preocupaciones
inútilmente porque no dejo de analizar cada uno de mis gestos, cada una de mis
palabras, cada uno de mis pensamientos, para estar seguro de que “estoy en lo cierto”.
Me corroe la culpabilidad por dentro. La angustia está muy presente y me auto
castigo alejándome del mundo. Tengo dificultad en aceptarme. Me siento víctima
de la vida, impotente frente a los acontecimientos. Juzgo severamente éstos sin
querer aceptar que están aquí para hacerme crecer, pero sigo viéndoles
preferentemente como castigos, injusticias. Vivo entonces en la frustración y
la incomprensión, el resentimiento, envidioso y celoso de los demás. Por esto
una D6 en mal estado se suele acompañar de malestar al nivel del estómago.
Tengo necesidad de ser más flexible y permisivo conmigo mismo y aprendo a ver
lo positivo en cada acontecimiento, sabiendo que cada experiencia me lleva a
conocerme más y a volverme mejor.
D7 =
la séptima vértebra dorsal D7 es una trabajadora de trabajos forzados. Si en mi
vida me empujo al límite en las cosas que debo hacer, sin escuchar mi cuerpo cuando
necesita descansar o relajarse, D7 va a arrojar un grito de socorro.
Es posible que así quiera olvidar o
huir de alguien o una situación cualquiera.
Puede que quiera olvidar mis
problemas financieros, afectivos, etc. Parándome, es muy posible que afloren el
desánimo y la insatisfacción frente a mi vida, cosa que no quiero. Acumulo
mucha ira y agresividad: todo ruge adentro de mí porque “la vida no tiene nada
bueno para ofrecerme”. Me obstino, incluso me bloqueo sobre ciertas ideas que
me obsesionan. Debo aprender a apreciar lo que tengo y lo que soy y ver toda la
abundancia que está presente en mi vida. Tengo el derecho de tener tiempo para
mí, tengo el derecho de vivir emociones en vez de dejarlas hervir dentro de mí.
Me concedo el derecho de vivir mi pena, mi decepción, mis miedos porque es así
como podré aceptarlos y cambiarlos en positivo. Puedo hacer mi limpieza
interior a medida y dejar que D7 funcione con normalidad. Es así como los males
que acompañan frecuentemente una D7 en mal estado y que tocan frecuentemente el
páncreas y el duodeno podrán también irse.
D8 y D9 =
la octava y novena vértebra dorsal D8 y D9 que hallo a la altura del diafragma
y que están estrechamente vinculadas, se parecen en todo. Por esto, se tratan
juntas. Se afectan principalmente cuando vivo inseguridad debido a un miedo que
tengo de perder el control en una situación o con una persona. Me siento más
seguro de mí cuando dirijo perfectamente todos los aspectos de mi vida, cuando
orquesto perfectamente cualquier situación para saber exactamente qué debo
esperar. Me escondo en mi burbuja de cristal, sin hacerme preguntas ni hacer
esfuerzos para cambiar lo que sea en mi vida. Vivo todas mis emociones “para
dentro”. Pero este “supuesto equilibrio” está trastornado D8 y D9, que
asustadas reaccionan fuertemente, acurrucándose de miedo. La desesperación
puede tener lugar. Tengo dificultad en ver la luz al final del túnel. Puedo
sentir desprecio por la vida y me dirijo hacía un abismo que sólo puedo vencer
teniendo confianza en la vida y dejando ir el control que ejerzo. Porque es
“liberando” cuando gano el dominio de mi vida. Tomo nota que una D8 lastimada
puede acompañarse de dolores del diafragma y el bazo (incluyendo los trastornos
de la sangre) mientras que D9 en mal estado estará acompañada de alergia o de
un mal funcionamiento de las glándulas suprarrenales o de urticaria.
D10 =
Cuando la décima vértebra dorsal D10 está afectada, esto suele reflejar una
profunda inseguridad frente a la cual me siento sin armas, sin recursos. Mi confianza
está en su nivel más bajo y necesito “un pequeño tónico” para ayudarme a darme
más valor y a olvidar mis preocupaciones. Frecuentemente, esto puede ser un
consumo más grande de alcohol o de drogas que de costumbre me dará “un pequeño
estímulo”. Sin embargo, cuando vuelvo a mi estado normal, las inseguridades aún
están presentes y mi vida se oscurece porque sólo veo el lado negativo de las
cosas. Lo veo todo en negro, rechazando la vida, compadeciéndome de mi mismo.
Estoy preocupado por pequeñeces y me enfado sin ser capaz de manifestarlo, lo
cual afecta mi sensibilidad, que hace que me irrite por trivialidades.
Una D10 en mal estado se acompaña
frecuentemente de dolores en los riñones, reconocidos como la sede del miedo.
Aprendo a tener confianza y aprendo a ver la belleza alrededor de mí y la que
existe dentro de mí. Tengo el valor de pedir ayuda.
D11 =
las anomalías en la onceava vértebra dorsal D11 se hallan también cuando mi
sistema nervioso tiene dificultad en funcionar. Mi gran sensibilidad a todos
los niveles hace que D11 se deforme porque también deformo la realidad para
sufrir menos. La cambio a voluntad para que sea como quiero. Me “alejo” voluntariamente
de mi entorno. Pero esto sólo puede durar cierto tiempo y debo pronto o tarde
enfrentar la realidad. En ese momento, una tensión interior se habrá instalado,
y tendré dificultad en transigir con ella. Esto puede volverse tan insoportable
que incluso puedo tener ideas de suicidio, ya que vivo en la incomprensión y
tengo miedo del porvenir porque me siento impotente en cambiar las cosas en mi
vida. Me considero “víctima”, herido en mis sentimientos. Rumio lo negativo y
hago pocos esfuerzos para salir de esta situación. Debo aprender a moverme e ir
hacia adelante en vez de estancarme en un estado comatoso y complacerme en la
pasividad. Las dolencias en la D11 se acompañan frecuentemente de dolores en
los riñones así como de enfermedades de piel (eczema, acné, etc.) Empiezo a
creer también que es posible cambiar cosas en mi vida pero que debo estar listo
para invertir esfuerzos y pedir ayuda.
D12 =
la doceava vértebra dorsal D12 está afectada sobre todo cuando vivo con una
mentalidad cerrada. Tengo tendencia a criticar, juzgar, sacar fácilmente conclusiones,
no porque haya comprobado sino solamente porque mis observaciones pueden darme
falsas impresiones y las interpreto a mi modo. Esto me lleva a vivir mucha ira
que me “roe interiormente”. Mi mente es muy activa. Mi sensibilidad está “a
flor de piel”. Me construyo castillos de arena. Me invento todo tipo de
escenarios. Ya que tengo dificultad en transigir con mi entorno, vivo mucha
inseguridad. Puedo entretenerme con ideas enfermizas, ya incapaz de absorber lo
que sea de lo que veo, siento o percibo y envidiando lo que tienen los demás.
Una afección en el nivel de la D12 se acompaña frecuentemente de males
intestinales, dolores en las articulaciones, una circulación linfática
deficiente y a veces afecciones en las trompas de Falopio. Aprendo a comunicar,
a ir a comprobar con las personas relacionadas para eliminar la duda y la
inseguridad que me habitan. Así veo más claro en mi vida y se establece en mí
la calma.
Los dolores en medio de la espalda
son la señal clara de una relación difícil con la vida y las situaciones de mi
existencia. Esta región de la espalda corresponde también al movimiento de
exteriorización de la energía de vivir que fluye a través de mí. Esto significa
que en el período de madurez interior (cuando adquiero experiencia), varias
cualidades divinas tales como la confianza, el amor, el desapego (es decir el
libre albedrío, sobre todo en el plano afectivo) están puestas a prueba. Mis
dolores de espalda e incluso la espalda curvada pueden significar diversas
cosas: culpabilidad en unas situaciones en que no me he de sentir culpable,
amargura o una débil confianza en mí vinculada a una vida que siento muy pesada
de llevar. Puedo tener la sensación de que “están siempre pegados a mi
espalda”. Si tengo dolor de espalda, esto denota un gran sentimiento de
impotencia, frente a una situación presente difícil de tratar y en la cual
necesitaría ayuda. La desesperación puede aparecer porque no me siento bastante
apoyado en el plano afectivo y padezco también inseguridad. Tengo tendencia a
retener mis emociones y vivo mucho en el pasado. Me quedo vinculado a dicho
pasado. Me siento inestable y ansioso. El objetivo por alcanzar reside en una
expresión más activa de la energía divina. Necesito ser transparente en todo,
conmigo mismo y los demás, dejando de transportar sentimientos de un pasado
cojo para dar lugar a un aquí y ahora tranquilo y sereno. Necesito ayuda y
ánimo, conectarme con mi ser interior que vela sin cesar por mí. Mi cuerpo me
da señales importantes. No hay vergüenza ninguna en pedir ayuda. Al contrario,
es un signo de inteligencia ya que esta ayuda me permite ir hacia delante. Veo
importancia en mi propia identidad y soy
prudente con mi ego y mis miedos. Aprendo a comunicarme con mi ser interior
mediante la meditación y la contemplación; con él hallaré muchas soluciones y respuestas.
Estar conectado con mi ser interior es elegir vivir mejor las situaciones de la
vida.
DOLORES EN LA PARTE INFERIOR DE LA ESPALDA
Frecuentemente confundida con los
riñones y comúnmente asociada al dolor de riñones, esta área se sitúa entre la
cintura y el coxis. Es una parte del sistema de sustento. Dolores en esta
región manifiestan la presencia de inseguridades materiales (trabajo, dinero,
bienes) y afectivas. “Tengo miedo de carecer de…” “Nunca lo conseguiré”, “Nunca
conseguiré realizar esto” expresan bien los sentimientos interiores vividos.
Estoy tan preocupado por todo lo material que siento tristeza porque hay un
vacío y este vacío me duele. Incluso puedo fundar mi valor personal en el
número de bienes materiales que poseo. Vivo una gran dualidad, porque deseo
tener tanto la “calidad” como la “cantidad”, tanto en lo que a relaciones
interpersonales se refiere como a lo que poseo. Tengo tendencia a tomar
demasiadas cosas sobre mis hombros y tengo tendencia a dispersar mis energías.
Intento hacerlo todo para ser amado y me entretengo con la opinión que tienen
de mí los demás. También puede tratarse de una inquietud frente a una u otras
personas. Estoy preocupado por ellas y quizás tengo tendencia en “cargar los
problemas de los demás sobre la espalda” y querer salvarlos. Mi impotencia
frente a ciertas situaciones de mi vida me vuelve amargo y rehúso someterme,
pero tengo miedo. Este sentimiento de impotencia que puede llevarme hasta la
rebelión, podrá conducirme a un
“lumbago” o un “dolor de cintura”.
No me siento sostenido en mis necesidades de base y mis necesidades afectivas.
Tengo dificultad en hacer frente a los cambios que se me presentan porque me
gusta sentirme seguro en mi rutina y mis viejas costumbres. Esto revela
frecuentemente que soy inflexible y rígido y que quisiera ser sostenido a mi
modo. Si acepto que los demás puedan ayudarme a su modo, voy a descubrir y
tomar consciencia de que tengo el apoyo que necesito. Así me vuelvo más
autónomo y responsable.
Si se trata de un pinzamiento de los
discos lumbares, pongo probablemente demasiada presión sobre mí mismo en hacer
cosas para que me amen. Ya que se revela necesario un período de reposo,
aprovecho para mirar lo que está sucediendo en mi vida y volver a definir mis
prioridades. Al no sentirme sostenido, me vuelvo rígido (tieso) hacía los
demás. ¿Tiendo a culpar a los demás de mis dificultades? ¿Me tomo el tiempo en
expresar mis necesidades? Acepto que mi único sostén viene de mí mismo.
Volviendo a tomar contacto con mí ser interior, establezco un equilibrio en mis
necesidades y reúno todas las fuerzas del universo que están en mí. Estas
fuerzas me dan confianza en mí y en la vida porque sé que me traen todo lo que
necesito: en el aspecto físico, emotivo, espiritual. Estoy sostenido en todo
momento. Las 5 vértebras lumbares se sitúan en esta área.
L1 =
la primera vértebra lumbar L1 está afectada cuando vivo un sentimiento de impotencia
frente a alguien o a algo que no me conviene y que tengo la sensación de no
poder cambiar, que he de soportar. Entonces, me vuelvo inerte, sin vida, gasto
mucha energía con cosas insignificantes pero las aumento tanto que toman
entonces proporciones catastróficas, lo cual puede incluso hacer aparecer un
sentimiento de desesperación. Puedo vivir inseguridad frente a aspectos de mi
vida, pero no tiene realmente razón de ser. Quiero controlarlo todo, pero esto
no es humanamente posible. Puedo también vivir conflictos interiores entre lo
que quiero hacer y que no me permito. Esto incrementa mi frustración,
agresividad e ira. Estos sentimientos endurecen mi corazón si no me libero y
amargan mi vida. Una vértebra L1 en mal estado puede traer enfermedades
relacionadas con las funciones de digestión (intestino y colón) o eliminación
(estreñimiento, disentería, etc.). Tomo consciencia del poder que tengo para
cambiar el curso de mi vida, y sólo la mía. Vuelvo a establecer mis prioridades
para canalizar bien mis energías.
L2 =
El estado de la segunda vértebra lumbar L2 depende mucho de mi flexibilidad
frente a mí mismo y a los demás. La soledad y la amargura generalmente causadas
por una timidez pronunciada son también factores importantes que pueden afectar
L2. Soy preso de mis emociones: al no saber cómo vivirlas y expresarlas, y al
ser éstas a veces intensas y explosivas, pongo máscaras para protegerme y
evitar que se pueda ver lo que sucede en mi interior. Mi malestar puede hacerse
tan grande que quiero “adormecer” mi mal con bebida, drogas, trabajo, etc. y L2
hará entonces una llamada de socorro. Tengo tendencia a ver las cosas en
negativo y a vivir en un estado depresivo. Juego un papel de víctima que me
obliga a no pasar a la acción o a cambiar cosas en mi vida. Igual como L1, un
sentimiento de impotencia y también mucha tristeza afectarán L2. Siento
amargura frente a la vida porque estaría supuestamente disfrutando de los
placeres de la vida pero, frecuentemente, no me autorizo a ello a causa de mis
obligaciones o por deber, para mostrar un buen ejemplo. Debo aprender que no he
de ser perfecto. A veces puedo sentirme incapaz o impotente frente a una
situación. No he de culparme por ello o estar enfadado; solo he de ser
auténtico conmigo mismo y con los demás y expresar simplemente mis penas, mis
alegrías, mis dudas, mis incomprensiones, mis frustraciones para estar más
abierto frente a los demás y para que L2 recupere vida también. Se debe
recalcar que una vértebra L2 en malas condiciones puede conllevar enfermedades
del abdomen, el apéndice o las piernas en donde podrían aparecer varices.
L3 =
la tercera vértebra lumbar L3 se ve sobre todo afectada cuando vivo situaciones
familiares tensas o tormentosas. Me impido decir o hacer cosas para no herir y
no molestar a los demás. Pero al hacer esto, me hago daño a mí mismo. Juego el
papel de “buen chico” o “buena chica” manifestando una gran flexibilidad. Pero
me vuelvo “bonachón” lo cual me causa frustración, sobre todo si debo dejar mis
deseos a un lado. Y quizás, también, me ponga de lado, particularmente a causa
de mi gran sensibilidad, sin saber mucho como dichas emociones serán recibidas.
Me vuelvo “cerrado”, incluso impotente con mis emociones, con mi cuerpo, con
mis pensamientos, lo cual impide que se manifieste mi creatividad y todo lo
vinculado a ella, en particular la comunicación y la sexualidad que se quedan
“rígidas” y “frígidas”. Para superar el desánimo, debo tender los brazos hacía
los demás y atreverme a expresar mis emociones para que mi pleno potencial
creativo se despierte y se manifieste. La mala condición de L3 puede conllevar
dolencias en los órganos genitales, en el útero (en la mujer), en la vejiga o
en las rodillas, tales como la artritis, la inflamación o dolores.
L4 =
Cuando la cuarta vértebra lumbar L4 se rebela, es frecuentemente porque tengo
dificultad en transigir con la realidad de todos los días. Puedo complacerme en
un mundo imaginario y esto puede llevarme a vivir en la pasividad, estando un
poco cansado de ver lo que ocurre alrededor de mí. Se instala cierta dejadez.
“¿Por qué preocuparse de todos modos?” Sufro los acontecimientos y no los creo,
lo cual me puede dejar un sabor amargo. Igual como L4, necesito protegerme
cerrándome porque puedo fácilmente dejarme distraer o influenciar por lo que me
rodea, sobre todo por lo que la gente pueda decir de mí, y mi sensibilidad
puede estar altamente afectada. También me rompo la cabeza exageradamente y mi
discernimiento es a veces erróneo o carente porque mi mente es muy rígida, lo
cual me impide tener una visión global de una situación, y en consecuencia, no
ver soluciones o posibles vías frente a ella. Entonces quiero controlar en vez
de escuchar mi voz interior. Debo aprender a escucharla para recuperar el
dominio de mi vida. Recupero mi poder de
crear mi vida como quiero y recupero el gusto de realizar grandes cosas. Se
debe observar que una vértebra L4 en mal estado puede conllevar dolores en la
región de mi nervio ciático y de la próstata en el hombre.
L5 =
Puedo preguntarme lo que sucede en mi vida cuando la quinta vértebra lumbar L5
está afectada. ¿Tendría por casualidad una actitud de desprecio o de pereza
frente a una persona o una situación? Puedo vivir un poco de celos, disgusto,
frustración, pero sin embargo ya tengo mucho, la vida me ha mimado y tengo
dificultad en reconocerlo. Mi vida está teñida de lujuria (en todos los niveles)
y debo aprender a apreciar lo que tengo, y a cultivar mis relaciones
interpersonales: tengo dificultad sobre todo en el plano afectivo a ser
auténtico y a sentirme bien porque en el fondo de mí, vivo una gran inseguridad
y tengo dificultad en expresar lo que vivo. Por lo tanto, tendré tendencia a
ser algo depresivo ya que pasaré frecuentemente de un cónyuge a otro sin saber demasiado
porqué sucede esto, sintiéndome “correcto” dentro de lo que estoy viviendo.
Inventaré toda clase de guiones y mi atención siempre estará centrada en los
pequeños detalles anodinos, lo cual me impedirá avanzar y pasar a otra cosa.
Cierta amargura puede ensombrecer mi vida e impedirme disfrutar de ésta.
Aprendo a saborear cada instante que pasa y a apreciar toda la abundancia que
forma parte de mi vida. Un mal estado de L5 puede ocasionarme dolores en las
piernas, desde las rodillas hasta los dedos de los pies.
La parte inferior de la espalda
también forma parte del sistema del centro del movimiento. Si tengo dificultad
en transigir con la sociedad, tanto desde el punto de vista de las
orientaciones por tomar como del sostén que espero de ella, puedo vivir
frustración o resentimiento. No quiero “lidiar” con ciertas personas o ciertas
situaciones. Mis relaciones personales con mi entorno padecen de ello. También
puedo tener dificultad en aceptar que voy sumando años. “Me hago viejo” y debo
amansar lentamente la noción de mortalidad. Finalmente, la parte inferior de la
espalda está muy estrechamente vinculada a los dos centros de energía
inferiores, el coxis y el segundo centro de energía que está vinculado más
específicamente a la sexualidad. Si vivo conflictos interiores o exteriores con
ésta, si he reprimido mi energía sexual, puede manifestarse un dolor de
espalda. Las 4 vértebras sagradas y las 5 vértebras del coxis están
relacionadas con esta región. Cuando las vértebras sagradas están afectadas puedo
tener la sensación de que no tengo columna y que necesito a otra persona para
sostenerme. Estoy constantemente “probado” por la vida para ver cuál es mi
nivel de integridad y de honradez. Tengo un enorme potencial pero ¿estoy listo
para realizar los esfuerzos necesarios para cumplir mis objetivos? Las
vértebras inferiores son las siguientes:
S1, S2, S3 = Ya que las 3 primeras vértebras sagradas están soldadas
juntas, se tratarán juntas. Constituyen un todo. Reaccionan con la rigidez que
manifiesto, con mi estrechez mental en relación a ciertas situaciones o ciertas
personas, a mi mente cerrada que rehúsa oír lo que los demás han de decir.
Quiero tener el control para sentirme fuerte y en seguridad y, si lo pierdo,
voy a estar enfadado, furioso y puedo tener ganas de “pegar una paliza” a
alguien por estar tan frustrado y lleno de amargura. Todos estos sentimientos
generalmente tienen su origen en mis relaciones afectivas que no siempre van
como lo deseo. La comunicación tanto verbal como sexual es deficiente, por no
decir inexistente. Tengo la sensación de tener que nadar a contra corriente y
me siento en un callejón sin salida. Tengo interés en parar un momento y ver con
claridad en mi vida, a reflexionar sobre lo que quiero y edificar una base
sólida.
S4, S5 =
Todos los deseos tienen su origen en las vértebras sagradas cuarta y quinta. Si
soy capaz de administrarlas bien, si tomo el tiempo de descansar y hacer las
cosas que me gustan, S4 y S5 funcionarán bien. Sin embargo, si vivo culpabilidad,
tratándome de perezoso y confrontándome con mis deberes y mi moralidad,
juzgando mi conducta “no correcta”, S4 y S5 pueden reaccionar fuertemente.
Tengo el derecho de hacer cosas para mí y a veces evadirme pero debo evitar que
esto se vuelva un medio de huida, evitando que me enfrente con mis
responsabilidades. En ese momento, la pereza puede no ser benéfica: me mantiene
en un estado pasivo de cansancio que me impide ir hacia delante. Por esto, en
casos extremos, también estarán afectados mis pies. El único modo de curar el
sacro quebrado o roto, es la inmovilidad física y el tiempo. El sacro está
vinculado al segundo centro energético que se sitúa al nivel de la primera vértebra
lumbar. Un desequilibrio de este centro energético puede aparecer en las
dolencias físicas siguientes: referente a los órganos genitales, puede haber infertilidad,
frigidez o herpes; en cuanto a los riñones: cistitis, cálculos; en lo referente
a la digestión y la eliminación: incontinencia, diarrea, estreñimiento, colitis,
etc. Las desviaciones de la columna vertebral (escoliosis) nacen generalmente a
este nivel y conllevan con ellas dolores de espalda. El segundo chakra o centro
energético, influencia en mis relaciones con mi entorno y un malfuncionamiento
de éste, que afecta mi sacro, será el signo de mi estrés, mis angustias, mis
miedos y mi tendencia depresiva que debo aprender a administrar.
En cuanto al coxis, está vinculado
al primer chakra, o centro de energía, sede de la supervivencia. Representa el
fundamento de mi sexualidad, la realización adecuada de mis necesidades de base
(sexualidad, alimento, protección, techo, amor, etc.). El amor aquí referido es
como el amor de una madre para su hijo. Cuando está afectado mi coxis, puede
que viva el miedo a perder o no tener como mínimo un amor similar al que un
hijo está en derecho de esperar de su madre. Se trata aquí de este tipo de amor
y no de una relación amorosa entre adultos. El coxis está formado por cinco
vértebras coxígeas que están soldadas juntas. Representa mi dependencia frente
a la vida o a alguien más. Hay muchas probabilidades de que mi cuerpo me diga
que tengo que pararme cuando me duele el coxis. Es mi inseguridad la que se
manifiesta en relación con mis necesidades de base, de supervivencia, en
particular el hecho de tener un techo, alimento, vestidos, etc. El alimento
aquí se refiere a las necesidades físicas como emocionales y sexuales.
Cualquier persona necesita amor en su vida.
También necesita comunicación
mediante relaciones sexuales con uno o su pareja. Estas necesidades
generalmente se niegan y reprimen, sobre todo a causa de mis principios morales
y religiosos, lo cual me lleva a estar insatisfecho.
Puedo sentirme entonces impotente en
todos los sentidos y hay una ira incubándose dentro de mí. Quiero huir de
cualquier situación que hiera mi sensibilidad y frente a la cual puedo vivir
culpabilidad. Debo poner mi orgullo de lado, es decir mis miedos.
Debo confiar en la vida y sobre todo
tener confianza en mi capacidad por expresarme y asumirme. Cuando siento
dificultades vinculadas con este aspecto de mí mismo, compruebo interiormente
hasta qué punto estoy (quiero ser) dependiente de una persona que,
conscientemente o no, satisface ciertas necesidades de mi vida. Soy capaz de
cumplir mis propias acciones, de ser autónomo. Es posible que las personas con
las cuales me vinculo sean mucho más dependientes afectivamente que yo y que
tengan necesidad de este tipo de relación. Acepto ver hasta qué punto hago
muestra de independencia y vigor en mi vida. Debo soltar cualquier sentimiento
de inquietud frente a mis necesidades de base y tomar consciencia ahora de las
fuerzas que me habitan y afirmar que soy la persona mejor colocada para
garantizar mi propia supervivencia.
Al estar vinculado el coxis con el
primer chakra, un desequilibrio al nivel de este centro de energía puede
conllevar desordenes físicos, los más corrientes tocando el ano o el recto
(hemorroides, irritaciones), la vejiga (trastornos urinarios, incontinencia),
la próstata. También se puede encontrar dolores en la base de la columna
vertebral, una toma o pérdida de peso considerable (obesidad, anorexia) y una
mala circulación sanguínea al nivel de las piernas (flebitis), manos y pies.
Estos males me dan una indicación de que tengo necesidad de volver a equilibrar
este centro de energía.
PRÁCTICA
BLOQUEO FÍSICO:
"¿Qué adjetivos pueden
describir mejor lo que siento en mi cuerpo?". Tu respuesta representará lo
que sientes ante la persona o la situación que ha desencadenado el mal.
BLOQUEO EMOCIONAL:
"¿Qué me impide realizar esta
enfermedad?". Tus respuestas a esta pregunta representan al deseo o los
deseos bloqueados. "¿A qué me obliga esta enfermedad?". Retoma esta
respuesta (o respuestas) y agrega la palabra "no" al principio de
cada uno de ellas. Estas frases representan tus deseos bloqueados.
BLOQUEO ESPIRITUAL:
"Si me permitiera estos deseos,
¿qué sería?" (Utiliza los deseos encontrados en la etapa anterior). La
respuesta a esta pregunta corresponde a una necesidad profunda de tu ser,
bloqueada por alguna carencia.
BLOQUEO MENTAL:
"Si en mi vida me permitiera
ser... (Repite la respuesta de la pregunta anterior), ¿qué podría sucederme de
desagradable o de no aceptable?". La respuesta a esta pregunta corresponde
a la creencia no benéfica que bloquea tus deseos y te impide realizar tu
necesidad, creando así el problema físico.
Estas son las etapas del perdón verdadero:
1) Identifica tus emociones (a
menudo hay más de una). Toma consciencia
de la acusación que te haces a ti
mismo o que le haces a otro y de lo que ésta te hace sentir.
2) Asume tu responsabilidad. Ser
responsable es reconocer que siempre tienes la opción de reaccionar con amor o
con miedo. ¿De qué tienes miedo? Date cuenta también de que tienes miedo de que
te acusen de tener miedo.
3) Acepta al otro y suéltate. Para
lograr soltarte y aceptar al otro, ponte en su lugar y siente sus intenciones.
Acepta la idea de que la otra persona se acusa y te acusa probablemente de la
misma cosa que tú. Ella tiene el mismo miedo.
4) Perdónate. Esta es la etapa más
importante del perdón. Para realizarla, date el derecho de haber tenido y de
tener todavía miedo, creencias, debilidades y límites, que te hacen sufrir y
actuar. Acéptate tal y como eres ahora, sabiendo que es temporal.
5) Ten el deseo de expresar el
perdón. A modo de preparación para la etapa seis, imagínate con la persona
adecuada en el acto de pedirle perdón por haberla juzgado, criticado o
condenado. Estarás listo para hacerlo cuando la idea de compartir tu
experiencia con dicha persona te suscite un sentimiento de alegría y de
liberación.
6) Ve a ver a la persona en
cuestión. Exprésale lo que has vivido y pídele perdón por haberla acusado o
juzgado y por haber estado resentido con ella. Menciónale que la has perdonado
sólo si te lo pregunta.
7) Haz el enlace con un cordón o una
decisión ante uno de tus progenitores. Recuerda un acontecimiento similar que
ocurriera en tu pasado con una persona que representase a la autoridad: padre,
madre, abuelos, maestro, etc. Generalmente será del mismo sexo que la persona con
la cual acabas de realizar el perdón. Vuelve a efectuar todas las etapas con
esta persona (la figura de autoridad).
Cuando la emoción sentida sea hacia
ti mismo, realiza los pasos 1, 2, 4 y 7.
Date el tiempo necesario para
realizar el proceso del perdón. En cada etapa puede pasar un día o un año. Lo
importante es que tu deseo de lograrlo sea sincero. Cuando la herida es grande
y profunda o el ego se resiste, puede tomar más tiempo. Si la etapa seis del
proceso del perdón te resulta difícil, debes saber que es el ego el que se
resiste. Cuando piensas: “¿Por qué ir a pedirle perdón por estar resentido con
él cuando fue él quien me ofendió? ¡Tengo toda la razón del mundo para estar
resentido!", es tu ego quien habla. El deseo más grande de tu corazón es
hacer la paz y sentir compasión por el otro.
No te preocupes por la reacción del
otro cuando vayas a pedirle perdón.
Respeta su reacción y la tuya. Nadie
en el mundo puede saber lo que va a suceder. Si al otro le cuesta trabajo
recibir tu petición de perdón, es que él mismo no puede perdonarse. Aunque tú
lo hayas perdonado, no puedes hacerlo por él. Deberá lograrlo por sí mismo. No
eres responsable de su reacción, sólo de la tuya. Por otro lado, el hecho de
perdonarte a ti mismo es un hermoso ejemplo para ayudar al otro a que también
lo consiga.
Recuerda que el hecho de perdonar a
alguien no significa que estés de acuerdo con la ofensa, sino que estás en vías
de decir que, con los ojos del corazón, has sido capaz de ver más allá de la
ofensa, de ver lo que pasaba en el interior de la persona. Gracias a este perdón
podrás concederte más fácilmente el derecho de ser tú mismo, con tus
sentimientos humanos.
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