Las causas de la enfermedad
La medicina convencional se centra en los sistemas del
cuerpo físico, y hace uso de pruebas y síntomas físicos para diagnosticar el
problema. Trata de curar la enfermedad con cirugía o medicamentos. Antes de que
la medicina convencional estuviera presente, la gente trataba sus dolencias con
remedios naturales. Sabían que sus vidas estaban influidas por diferentes
energías, algunas de las cuales –las energías sutiles- no pueden ser vistas ni
sentidas por la mayoría de la gente; por tanto, se descartan y se consideran inexistentes.
Podemos decir que hay salud cuando existe un flujo
armonioso y continuo de energía entre el cuerpo, la mente, el espíritu, el alma
y la trama universal de la vida. Cuando enfermamos o nos sentimos incómodos con
algún aspecto de nosotros mismos, bloqueamos el flujo de energía vital a todos
los niveles de nuestro ser. Todos estamos en constante estado de cambio y
crecimiento personal; permanecer en armonía con nuestra alma exige un acto de
equilibrio constante.
La enfermedad es la vía utilizada por el espíritu para
comunicarse contigo a través de tu cuerpo físico, tus pensamientos, tus
emociones y tus sentimientos. La enfermedad nunca debe ser considerada una
experiencia negativa; es el camino usado por el espíritu para llamar tu
atención. Cuando estamos sanos, damos por supuesto que estamos vivos, nos
volvemos complacientes y nos engañamos pensando que somos inmortales. Este
engaño supone un estancamiento para nuestra alma –que pierde su armonía- y la
muerte de nuestro crecimiento espiritual.
Cada
enfermedad, y la crisis que conlleva, crea un espacio para que tu espíritu
pueda enseñarte cosas sobre tu persona. Tu enfermedad es única y exclusivamente
tuya. Si aprovechas la oportunidad de trabajar con tu alma para remediar el
desequilibrio, podrás salir del estancamiento y avanzar hacia una vida más
armónica y espiritual.
La sanación natural
trata de restaurar nuestra unidad con el alma. No se limita a centrarse en el
bienestar, sino que su enfoque es mucho más amplio. Nos pide que escuchemos los
susurros de nuestra alma, que sintamos nuestras emociones, que desarrollemos
nuestra intuición y nutramos nuestro espíritu. Este estado holístico nos aporta
satisfacción, permitiéndonos funcionar pacíficamente en el flujo de la vida y
en conexión con los demás.
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