El poder de las palabras


Cuenta la historia que en cierta ocasión, un maestro se dirigía a un atento auditorio dando valiosas lecciones sobre el poder de la palabra y el influjo que ésta ejerce en nuestra vida y la de los demás.

De repente fue interrumpido por un hombre que le dijo airado:
-¡No engañe a la gente!
El poder está en las ideas, no en la palabra.
Todos sabemos que las palabras se las lleva el viento. Lo que usted dice no tiene ningún valor!-

El maestro lo escucha con mucha atención y tan pronto termina, le grita con fuerza:
-¡Cállate, estúpido; siéntate, idiota!-

Ante el asombro de la gente, el aludido se llena de furia, suelta varias improperios y, cuando estaba fuera de sí, el maestro alza la voz y le dice:

-Perdone caballero, le he ofendido y le pido perdón.
Acepte, por favor, mis sinceras disculpas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo.-

El Señor se calma y le dice al maestro:
-Le entiendo... Y también yo le presento mis excusas por mi conducta. No hay ningún problema, y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear sino para mirar otras opciones.-

El maestro le sonrió y le dijo:
-Perdone Usted que haya sido de esta manera, pero así hemos visto de modo más claro, el gran poder de las palabras. Con unas pocas palabras le exalté y con otras le he calmado.

Reflexión...

A las palabras no se las lleva el viento.
Las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente.
Las palabras curan o hieren, animan o desmotivan, reconcilian o enfrentan, iluminan o ensombrecen.

Con pocas palabras podemos alegrar a alguien y con pocas palabras podemos llevarlo al desaliento y desespero.

Ellas moldean nuestra vida y la de los demás.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos porque ellos, al final, se convierten en palabras.

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