Dejar ir para vivir con plenitud
Cada día se nos regala una nueva oportunidad para liberar y soltar aquellos aspectos que nos dañan o nos impiden vivir y disfrutar con plenitud. Creencias, apegos, viejos rencores, resentimientos, heridas que no nos damos permiso para cicatrizar...
Perdonarse y perdonar, soltar miedos, esquemas mentales, rutinas, vicios y malos hábitos es atrevernos a ser libres, atrevernos a Ser, a caminar ligeros de equipaje. Verdaderamente, la práctica del desapego nos conduce a la libertad interior.
Pero nos da miedo SOLTAR y DEJAR IR, como si fuésemos a perder parte de lo que somos, y la verdad es que jamás podemos perder lo ya experimentado.
Necesitamos aprender a desprendernos de lo viejo para abrirnos a lo nuevo, sin embargo la tendencia es aferrarnos “con uñas y dientes” a lo familiar y conocido, actitud vital que termina conduciéndonos inevitablemente al sufrimiento.
El sendero hacia la esencia no pasa por perfeccionarnos o “mejorarnos” simplemente, sino en desprenderse y soltar. El proceso de descubrir quiénes somos consiste en dejar ir, en abandonar todo aquello que nos impide Ser. Observar nuestros apegos una y otra vez derriba los muros de nuestro ego.
Igual que el cuerpo se deshace de lo que no le sirve o no necesita, o un árbol deja caer sus hojas o una serpiente muda su piel...
Dejar ir forma parte del ciclo de la vida, para que ésta siga su curso sin impedimentos.
Dejar ir es permitirse fluir con libertad, es respetarse y amarse, cuidarse y sanarse.
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